Muchas personas han pasado por mi vida, pero pocas han estado en ella en el momento en el que diese un cambio, muchos menos me han ayudado a dar los pasos necesarios para emprender una nueva dirección en mi vida.
Cuando miro al mar, pienso en tres personas, yo mismo el primero. El mar, a veces tan sereno que parece que no hay olas y otras veces tan caótico que le cambia la vida entera a alguna criatura que se adentró en el momento equivocado.
Pero los buenos marineros no provienen de mares tranquilos; son aquellos que sobreviven a una gran tormenta y vuelven a navegar guiándose por las estrellas.
Y tú te lanzaste al centro la tormenta antes de que me diera cuenta de que estabas lo suficientemente cerca como para ver los rayos que estaba lanzando sin atenerme a las consecuencias de lo que estaba haciendo hasta que uno de ellos cayó sobre ti y tú te convertiste en el mar agitado con sus olas enfadadas.
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